Si, es cierto. El COVID19 nos ha cambiado, y para siempre. Ya lo hemos discutido y muy probablemente hasta casi con certeza lo seguiremos debatiendo durante los próximos 10 años.
Estados Unidos se ha sumergido en una nueva recesión, poniendo en jaque un proceso expansivo que duraría los últimos 11 años. La primera alerta la brindó la caída del PIB durante el 1er trimestre, del orden de -5%; Los negocios detenidos, el aumento sostenido del desempleo (11.1%), todo producto por la pandemia, parecen mantener un sesgo bastante negativo no tan solo en la economía americana, sino que mundial. Ahora bien, ¿Cómo confirmar una recesión? La respuesta es sencilla, 2 trimestres consecutivos de disminución del producto interno bruto, por lo que tras el reporte preliminar de PIB la última semana de julio/2020, el que cayó hasta -32.9%, se confirman las sospechas que muchos presagiaban. No obstante, no es una recesión ordinaria, ya que se conjuga una crisis de la salud pública y económica que no tiene precedentes, dificultando en muchos aspectos el poder transmitir el real problema de los hogares y la economía. Es natural el querer comparar eventos, por ejemplo, para la crisis subprime el PIB en su mayor caída anoto una contracción de 8.4% en el 4to trimestre de 2008, pero se hace difícil el comparar con la “Gran Depresión” del ’29, ya que EEUU solo comenzó a tener registros trimestrales del PIB a partir de 1947, pero si se conocen cifras anuales de 1932, las que registraron una caída de 12.9%.
Veamos otras cifras importantes:
- 2do trimestre 1980 -8%: producto del aumento de los precios del petróleo y la política monetaria restrictiva para controlar la inflación
- 1er trimestre 1958 -10%: producción se desaceleró y las altas tasas de interés pusieron fin a dicha expansión económica tras la 2da guerra mundial. La recesión llego luego que la gripe asiática matara a 116.000 personas en EEUU, según el Centro de Control de Enfermedades.
Al revisar las cifras anteriores, nada se llega a comparar con el -32.9% registrado entre abril y junio del presente año (preliminar).
Es evidente y hasta suena tonto escribir que el covid19 ha acelerado varias tendencias globales, pero la más evidente es la caída secular en las distintas tasas de interés a lo largo del mundo. El proceso que lleva ya 4 décadas e incluso abre la discusión si se podrá llegar hasta considerar la política “NIRP”, Negative Interest Rates Policy, considerando la baja en los bonos del tesoro americano a 10 años, valor que se fija en torno a 0.6% mientras que los más contemporáneos se cifran en 0%. Otro dato relevante es el proceso de normalización monetaria que solo alcanzo un 2.50%, valor que deja mucho que desear ya que en procesos previos se alcanzó un 5.25% en 2000, 6.5% en la década del 90, 10% a fines de los 80 y alrededor de un 20% en 1981. Por supuesto que la caída en la tasa real de la Reserva Federal es impactante, si consideramos los últimos 40 años, pero no debemos dejar de contemplar el ajuste según inflación poniendo en real duda si la implementación monetaria de los distintos bancos centrales tiene un efecto positivo o negativo, como lo planteábamos en post anteriores. Es por esto que debemos cuestionarnos la probabilidad de llegar a ver tasas en negativo, al menos para este año el mercado descuenta que se mantendrán en torno a 0% hasta la reunión de diciembre.
La caída en la inflación y la caída en las tasas de interés son patrones a vigilar, por lo que la caída drástica en la inversión, un aumento global en el ahorro privado, debemos sumar la contracción en la demanda agregada, un mayor desempleo y materias primas a la baja, posicionan expectativas inflacionarias por debajo del 2% que fija la FED como meta y la gran mayoría de los bancos centrales. Si se combinan los aspectos antes mencionados y consideramos una menor tasa real en conjunto a una inflación mas contenida durante un largo periodo de tiempo, en tiempos de como se suele llevar la política monetaria de la Reserva Federal de EEUU, se sugiere una tasa de interés en terreno negativo por un periodo más que prolongado o el que los analistas desean revisar.
El gran problema de sostener una política monetaria en terreno negativo es el acarreo de efectivo o liquidez a gran escala y distorsiones grotescas que pueda sufrir el sistema financiero, lo que se volvería una necesidad en estos “nuevos tiempos”. Uno de los ejemplos más recientes, el BCE (Banco Central Europeo). Ahora bien, si nos remontamos en el tiempo otro ejemplo proviene desde Asia y el BoJ (Bank of Japan – Banco de Japón), quien ha debido sostener una tasa en negativo con consecuencias que han lastrado su economía durante los últimos 40 años y se han sumergido en una constante inyección de energía proveniente de las arcas fiscales, que nisiquiera las “3 flechas” de Kuroda han logrado revertir dicha situación.
Si bien la gran diferencia de esta crisis con otras, es que la FED y su liquidez “ilimitada” parecen fluir mientras que el crédito esta disponible en el mercado, siendo este último el que responsablemente utilizado, podrían ser la salvación de volver al trueque.
Las tasas en torno a ZERO han llegado para quedarse durante un largo periodo de tiempo.
Bienvenidos al reajuste mundial.
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